Víctor L. Rodríguez
Los tributos son siempre noticias.
Se ha dicho que son tan permanentes como la muerte. No se pueden evitar. En el
mundo anglosajón o escandinavo los impuestos se pagan como un aporte al bien
común, en la cultura latina se observan como un despojo del patrimonio
individual para beneficio de los gobernantes.
En cualquier país que se haya discutido
suficientemente el tema de los impuestos nunca se ha considerado aislado del
tema de la política presupuestaria, que define el nivel de gasto público y la
composición o estructura del gasto público y sus formas de financiamiento,
incluyendo los tributos, los ingresos no tributarios y el endeudamiento público.
Aunque aquí no sabemos si nos endeudamos para cubrir el 4% del PIB para la
educación o si cobramos impuestos para pagar el pago del llamado servicio de la
deuda como un tipo de gasto público.
Este debe ser el único país del
mundo en el que comunistas, liberales, keynesianos, católicos, protestantes y
abogados de todas las materias están de acuerdo en que es un éxito social el
sólo y único hecho de que los impuestos se recauden. Las bondades de recaudar
impuestos y de que uno los pague se anuncia como la adquisición de un producto
llenos de bondades, cuando la característica propia de un impuesto es la
inexistencia de una contraprestación individualizada. No es remota la
posibilidad de que alguien pague un impuesto sin ser beneficiario de los
recursos asignados a la educación pública cubierto con el mismo.
Común es la opinión de que tenemos
el órgano de la Administración de los impuestos internos más amado del mundo,
no hay país que sienta más devoción por pagar impuestos a una entidad que ama y
valora por su buen hacer, una conducta atípica en toda la cultura latina. El
alemán, Gunter Schmolders, presentó los resultados de un estudio del Instituto
de Investigación Financiera de Colonia, que a través del significado de las
palabras ponía de relieve la mentalidad fiscal latina. Señalaba Schmolders, que
la palabra francesa que designa al recaudador también es sinónimo de usurero,
estafador y ladrón o que la expresión imposteur que significa inspector igual
significa farsante. Las palabras impot, imposta o impuesto suscita todavía entre
los latinos la idea de sumisión.
Tal es el éxito en la gestión de
los impuestos internos en la República Dominicana, que se pide la eliminación
del impuesto sobre la renta de las sociedades y que se establezca una sola tasa
del 3% o el 4% sobre los ingresos brutos, para que en la recaudación de ese impuesto
haya menos administración, porque el impuesto sobre la renta de las sociedades
no se puede gestionar. A pesar de que la eficiencia, no así la eficacia, sea la
virtud propia de los que hoy encargan de la aplicación de los tributos
internos.
Eso parece extraño, porque cuando
no había una Administración de los impuestos internos tan eficiente, como la de
hoy, que es una maravilla, quién hace la propuesta de eliminar el impuesto
sobre la renta de las sociedades andaba solicitando que las telefónicas no
fueran gravadas por el canon, sino por el impuesto sobre la renta a las
sociedades, porque la empresa a la cual al parecer hacia gestiones de gratis
estaba presentando perdidas que no podía deducir.
El mismo redentor de la
telefónica con pérdidas, Igual que ayer, anda con las cifras y estadísticas de
la DGII como si tratara de un patrimonio propio con el que puede señalar
quienes pagan o no los impuestos. Tales estadísticas son de tal riqueza que
tenerlas dan amplias oportunidades de hacerse rico, pero ya él lo es y es el
liberal o neoliberal que más ha trabajado y vivido de los recursos de los
gobiernos, el plural no es un desliz.
Quizás la probidad en la gestión
de los tributos internos en la República Dominicana determina que la
resistencia al cobro de los impuestos, común en los latinos, no exista y que
tampoco exista resistencia al manejo de la información de los contribuyentes
que esta sujetas al deber de reservas, de tal forma que en la DGII fueron sancionados
varios empleados porque se atrevieron a buscar los jefes para ver su
cumplimiento tributario al inicio de su gestión. Como dicen que fue sancionada
con la cancelación una empleada que entregó un documento que quita recargos de
forma ilegal y que era secreto y ella lo entregó desconociendo tal advertencia.
lo que no tenía que saber, ni inferir para proteger el director. Como nadie
tiene que dejar de escribir cuando no lo dejan vivir.
El éxito de las recaudaciones tributarias
internas es tan «extraordinario» que, según los propios datos de la
Administración, y los de Hacienda, del impuesto sobre la renta se paga el 40%,
que el 50% de este impuesto se evade y el impuesto a las transferencias de
bienes industrializados y servicios ITBIS se paga en menos de un 60%, pero la
recaudación de los impuestos es un éxito. Un éxito tal que no puede ser replicar
en otras tierras. Las recaudaciones internas de 2017, relacionadas con el PIB,
no llegaron a los niveles de 2013 y 2014.
Según la Organización para la
Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), somos de Latino América y el Caribe,
el tercer país que menos recauda con relación al PIB, únicamente Paraguay y
Guatemala recaudan menos recursos tributarios que la República Dominicana. La presión
tributaria baja se observa siempre como un asunto sistemático sin culpa de la
gestión de los tributos. Sin embargo, se aplica el ITBIS con una de las tasas más
altas de América, un 18%, y sin dudas la más alta de Centroamérica y el Caribe,
inclusive la tasa reducida, del 16%. Siempre las recaudaciones tienen un techo
que no se supera.
Otro tema son las exenciones que
se otorgan a través de diferentes leyes, que presentada como gastos tributarios
se muestran como un nicho para aumentar las recaudaciones, lo que puede llegar
a ser desilusionante. Las recaudaciones de los impuestos internos, considerada
como un por ciento de PIB, sólo son comparable positivamente con el peor
momento de las recaudaciones de la gestión anterior a la actual, superar metas
presupuestarias anunciadas con bombos y platillos no han logrado que se superan
las recaudaciones de periodos pasados cuando se miden en su relación con el PIB.
Todo el que ha estudiado el tema
de la Administración tributaria, y yo lo he hecho, sabe que cuando la gente se
siente feliz por pagar impuestos es porque en realidad no los paga, ya porque
ha podido trasladar su carga tributaria a otros o porque su poder económico o
político es tal que no se lo cobran. De ahí sale la frase célebre de un
director de la DGII: “Los grandes no evaden.”, que tiene como corolario: sólo
lo hacen los medianos y los pequeños.
Comentarios
Publicar un comentario